Dani Ascaso es Guía de Alta Montaña y compañero habitual de Santi Padrós en sus aventuras dolomíticas. Su lesión de rodilla y el inicio del estado de alarma decretado por el coronavirus coincidieron fatalmente hace unas semanas y en su casa de la Sierra de Guara, su día a día es: huerto, carpintería, entreno y cultura.
Parte 1: La Lesión.
"El helicóptero llega en cinco minutos. Prepárate". Busco, sin prestar mucha atención, las cuatro cosas que había sacado de la mochila a la vez que, intentando sonreír, me despido de unos y otros. El pequeño y acogedor refugio de Saboredo es una manchita en la magia de las montañas aranesas desde las alturas.
Allí se queda Martín con el grupo. Allí se quedan Mariona y Marc con los que quería compartir más rato del que he podido. A mí me llevan a Vielha, al hospital.
Esa mañana de "meteo" estable salimos, con el curso de aspirantes a guía, a la hora prevista. Por delante cuatro días de esquí-alpinismo por el Parque Nacional de Aigües Tortes. La temperatura es alta y hay que gestionar el terreno, la nieve y el grupo. Pasan las horas y llegamos al primer collado. Fuera pieles y botas modo descenso. Hay ganas.
Cuando pienso en la cantidad de veces que les repito a los alumnos que hay que ser frío. Que hay que buscar la media entre las sensaciones, sobre todo si son buenas en montaña, y el pensamiento lógico. Que, para una correcta toma de decisiones, hay que aplicar métodos de pensamiento más complejos que al cerebro le cuestan más esfuerzo. Analizando todos los factores disponibles a nuestro alcance para tomar decisiones medidas, sumadas o restadas, incluso multiplicadas, para compensar las sensaciones, que vienen del inconsciente, de algo más ancestral y que nos cuestan menos esfuerzo mental. Es a la mezcla equilibrada de las dos a la que, a mi entender, hay que intentar llegar.
Mi grupo ya inició el descenso. Yo ando pendiente, aun en el collado, del grupo de Martín. Cuando considero que ya está todo controlado y que no hago falta me giro y veo a los chicos esperándome cien metros más abajo. La primera visión del tramo que tengo por delante me avisa de que tengo que hacer un esquí “control”. Lo pienso dos segundos, como quién ve pasar la hoja de un árbol llevada por el viento en otoño, y empiezo la bajada. Tres giros control y al cuarto estoy en una nieve regalo. Ya no hay más. Sólo placer… y velocidad. Cuando me quiero dar cuenta un poco más abajo estoy dando volteretas. Se me enganchó una tabla en un cambio de nieve. Al levantarme, quitándome nieve de encima, limpiando las gafas y buscando mi esquí me doy cuenta ya de que algo paso en mi rodilla. Recupero mi esquí y llego deslizándome, con la cabeza baja, donde me espera el grupo. Vaya ejemplo. Supongo soy humano. ¿Cuantas veces más me lo tendré que repetir? Las sensaciones, una vez más, ocuparon mi territorio. Sigo con dolor como puedo el descenso. El refugio no queda lejos. Allí veremos cómo voy.
Hospital de Vielha. Cinco de la tarde. Nancy está de guardia en urgencias. Que suerte he tenido que sea ella la que me evalúe. Según sus conocimientos… sigo teniendo suerte: Tal vez en un mes y medio me recupero. Siete de la tarde. Jorge y Baschi vienen a sacarme de allí. Los miro agradecido y les suplico una cerveza. Es tarde ya, voy a intentar llegar hoy a casa. Tengo la furgo en la Bonaigua. Jorgito me sube a recuperarla. Se está calentito en su auto. Una especie de sopor me embalsama. En el camino hablamos de la vida. De lo que nos arrastra fanáticamente y el cómo va modificándose conforme pasan los años y las experiencias. Y me habla también del coronavirus… Perdona, ¿de qué? Ah…! Si, hace dos semanas oí algo. Que estaba en China y en Italia pero yo estaba en el Valle de Tena. Y la semana pasada que en Madrid algún caso…y tal y yo estaba en Amitges.
A la una de la mañana llegaba a mi casa. Doblado. Me dolía todo. Cuatro días después el gobierno declaró el estado de alarma. Yo en mi “parra”. Allá arriba el mundo es otro mundo, nos absorbe y anestesia. A ratos, muchos, te olvidas que la realidad también vive abajo. ¿O sobre todo vive abajo? Lo único que me consuela de todo esto que estamos viviendo es que pareciera que la Pachamama se tomara un respiro, con las termitas en cuarentena. Allá, mirando a la sierra se la siente. Como un suspiro en su largo viaje con nosotros a cuestas. Y ya puestos, como en un sueño del que no quieres despertar, tal vez nuestra conciencia social se refuerce dándonos cuenta de que hay que quitar el pie del acelerador al que vivimos pegados.
Parte 2: En Casa.
Mí día a día es, o puede ser en estas circunstancias, variado según sople el viento. Me levanto, depende, con horario flexible. Desayuno fruta, cereales, frutos secos y café. Luego (tengo la suerte de vivir en una casa en el campo a las afueras de un pueblo al pie de la Sierra de Guara) le doy al huerto, podo, corto hierba, chapuzas varias de mantenimiento, moto sierra, limpiar el patio…
Después, me acerco al taller de mi amigo Migue, carpintero tiene su factoría en casa, pegada a la nuestra. Buscando ocupaciones, y como él se fue, probé un día a entrar buscando cosas que hacer. El paraíso. Empecé probando fabricar una tabla multipresa. Ya llevo dos y ahora acabo de fabricar un atril para pintores, dibujantes y artistas en general. Espero en breve empezar la multipresa “definitiva”, lo máximo en diseño rural. Aprendiendo un montón a base del ensayo-error.
Luego vermut y comer. Mucho verde y legumbres. De vez en cuando proteína.
Por la tarde, cuando baja la digestión, duro al entreno. Tengo dos planes básicamente que voy intercalando durante la semana. Por un lado recuperar mi esguince de rodilla (ligamento lateral interno) con trabajo de propiocepción, potencia/fuerza y bici estática. Por otro ejercitar la parte superior del cuerpo con trabajo de gomas, core, suspensiones y fuerza a base de dominadas y bloqueos en barra o multipresa. Todo esto claro, intentando no lesionarme y empeorar la situación…
La verdad es que lo del entreno me cuesta. No estoy acostumbrado. Normalmente estoy todo el día, muchos días al año, en el monte. Bien sea por trabajo o por ocio. Con eso me basta. Cuanto más escalo más fuerte me pongo. Cuanto más esquío, mejor subo y bajo. A esto del “training” hay que echarle ganas, muchas, con una zanahoria delante de las narices para no ceder, no caer en la desgana. Pero hay días y días.
A última hora relax. Cena ligera. Peli o leer. Siempre hay un libro, rara vez de montaña, al lado de mi almohada.
Mis recomendaciones de películas, libros y música para sobrellevar un poco mejor el confinamiento:
- Pelis: “Rot-Punk” de Alex Megos / “Malditos Bastardos” de Tarantino / “Lucky” de John Carroll Lynch.
- Libros: “Mezcla de emociones” de Greg Child (Ediciones Verticualidad) / “Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero” de Alvaro Mutis / “El país de las sombras largas” de Hans Ruesch.
- Música: “Like a stone” de Audioslave / “Palabras para Julia” de Los Suaves / “Jodida pero contenta” de Concha Buika.
¿Mis planes para cuando esto acabe? Pues mejor no os los cuento no vaya a ser que haya mucha gente donde quiero ir… Pero será escalar si la rodilla me deja. Y abrazos, muchos abrazos.